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sábado, 23 de enero de 2010

¿Qué aprenden los niños y niñas en un Barrio de Santiago?

La formación de los niños y niñas se reconoce, que es un proceso de responsabilidad de la familia y la escuela. No obstante, en nuestras relaciones cotidianas también es un proceso educativo informal, pero que transmite formas de vida, valores, hábitos. 
Si esto es así, he tratado de imaginar qué aprende un niño o una niña en su barrio y específicamente en una ciudad como Santiago. 

En el recorrido que realizo habitualmente por la comuna, por sus distintas calles y espacios; en primer lugar, veo los basureros que muchas veces están llenos de basura, se ven los perros alrededor y cuando uno pasa; se da cuenta del mal olor que emiten los residuos. Sin mencionar, el paisaje que queda cuando colocan escombros alrededor de los basureros.  

En esta simple descripción se aprende: la falta de responsabilidad que cada uno tiene como ciudadanos frente a la basura que produce; el egoísmo, simplemente  elimino la basura de mi casa, sin esperar que el camión de la basura pase; total no importa que el contenedor se desborde de todo tipo de desechos. En estos simples gestos hay una muestra de falta solidaridad con la comunidad, con los vecinos que viven y que se comparte el mismo territorio.  

También se puede observar que en el centro de Santiago, se ve relativa limpieza, más basureros, es un espacio donde sale y entra la gente. Esto contrasta con barrios antiguos de Santiago: Barrio Yungay, Matta, por nombrar algunos. Esta diferencia que no es sólo visual, sino que  entrega el mensaje a los niños de la segregación social.  


¿Un barrio puede educar para la sustentabilidad?
Mucho se ha hablado de la crisis ambiental que vive el mundo frente al calentamiento global, la producción indiscriminada de desechos, pérdida de la biodiversidad, entre otros problemas que nos tienen en una situación de crisis ambiental y climática. 

En Chile, al menos, se ha intentado de abordar la educación ambiental en el currículo en los objetivos y contenidos transversales, promoviendo la realización de actividades en el aula. Sin embargo, muchas veces, esto que se enseña en la escuela entra en abierta en contradicción con lo que observan los niños en sus espacios cotidianos, como en la familia y en el barrio. 

Entonces, ¿qué debiera pasar en un barrio que se preocupa de educar a sus niños para que sean ciudadanos responsables de sus espacios cotidianos? Esto debiera llevar a las autoridades, en conjunto con los vecinos, a pensar y a tomar decisiones para una gestión sustentable y participativa en el desarrollo de los barrios. 

Claramente, no sólo basta con tomar de medidas técnicas, sino va acompañado de un proceso educativo. Esto queda claro en algo tan simple como la provisión de contenedores. No nos podemos llenar de basureros, siempre van ser insuficientes. Es aquí donde se debe iniciar un proceso educativo. No basta no sólo la información o el conocimiento que son clave para comprender porque se producen los problemas ambientales; sin embargo, debe ser principalmente, una educación valórica que nos muestre una forma de vivir la vida en los barrios que implique un cambio de paradigma. 

En este aspecto puede resultar muy significativo para un niño observar en los adultos las siguientes conductas: cuando se rechaza el sobreempaquetado de productos; cuando reduce su basura en la casa;  cuando se ven los centros de reciclaje que realmente funcionan y que las personas la usan correctamente; cuando se camina en la calle y no arrojan la basura en la calle sino que la deja donde corresponde y finalmente, sacar la basura reducida de las casas a los contenedores, en la calle. Esto que parece tan simple, conductas que pueden ser tan cotidianas; los niños lo observan, lo reflexionan y pueden ser internalizados como formas de vida. 

En términos valóricos se aprende el respeto por las personas y el medio ambiente, la responsabilidad personal y social en la producción de la basura, la solidaridad con los vecinos y finalmente, aprender a ser un ciudadano comprometido con su barrio. Esto es parte de una ética que los adultos somos llamados formar a los niños y niñas. Estos valores son claves para una convivencia democrática.


Esto permite iniciar una educación sustentable en la vida cotidiana…

G.M. (graciemz@gmail.com)